En una asociación o una fundación, qué lejanas parecen a veces las palabras «buen gobierno»
Hay que buscar dinero bajo las piedras, las necesidades parecen no tener fin y los recursos humanos, a pesar de una entrega vocacional de todos, no llegan a todo lo que haría falta.
Y a menudo te quedas con la sensación de que bastaría con sólo un poco de organización, algo más de conocimientos y de habilidades nuevas, para que el impacto de la entidad fuese mucho mayor.
El día a día del trabajo en una entidad sin ánimo de lucro puede ser agotador
¿Te suena aquella situación y esa sensación?
Con esas situaciones y esas sensaciones trabajamos todos los días los que formamos Gobernanza Efectiva: detectar primero aquello que falta o no funciona, y ayudar a que la entidad tome conciencia.
Y luego diseñar y acompañar la incorporación, de manera participativa, de nuevas formas de trabajar, de organizarse, o de captar fondos.
Hoy nos vamos a centrar en lo positivo, en lo que funciona bien
Hemos visto y acompañado a cientos de asociaciones y fundaciones, a lo largo y ancho de todo el territorio (y también en Europa y en Iberoamérica 🙂 y hay muchas cosas que las ONG hacen no sólo bien, ¡sino muy bien!
A continuación, recogemos lo mejor de lo mejor, lo que nos parece más destacado y más útil para ir forjando, poco a poco, una entidad que consiga un creciente impacto y reconocimiento social.
¡Ahí van! Las mejores fundaciones y asociaciones son entidades donde:
1. El presidente y el máximo ejecutivo ejercen un liderazgo cercano y visionario, y forman un tándem eficiente
Las mejores entidades sin ánimo de lucro cuentan con líderes que ejercen como tal: son cercanos, acogen y promueven, recompensan y corrigen, delegan y facilitan, motivan e innovan, y reúnen a todo su equipo en torno a una visión compartida.
Y cuanto más y mejor entendimiento, complicidad y trabajo codo a codo entre los máximos responsables del gobierno y de la gestión de la entidad, ¡mejor!
2. Hay una estrategia, una visión y un plan que todos sienten como propios
No estamos hablando aquí de hacer un plan estratégico a 5 o a 10 años, ninguno de nosotros puede prever con mucha garantía lo que sucederá dentro de 5 años.
Las entidades con más impacto son las que han definido una estrategia a 2 o 3 años y lo han hecho de manera participativa, involucrando al equipo técnico y a la Junta o al Patronato.
Saben dónde quieren llegar, cuentan con una visión inspiradora y el tiempo alcanzable, y disponen de un plan concreto que les indica el camino a seguir.
3. Se evalúa el impacto social
No se trata de hacer actividades, sino de conseguir resultados.
No se trata de ejecutar proyectos, sino de conseguir un impacto social que cambie, ¡para bien!, la vida de las personas con las que trabajamos.
Es clave medir los resultados concretos que se consiguen, y saber si realmente la vida de las personas mejora.
Y por supuesto, cada vez más nuestros donantes y financiadores nos piden cuentas sobre ellos: quieren saber lo que conseguimos con el dinero que nos dan.
4. Los Órganos de Gobierno son conscientes de sus responsabilidades y las asumen
Las mejores entidades cuentan con procesos de selección para sus nuevos miembros de patronatos o de juntas. Y por supuesto, cuenta con perfiles de puestos que recogen las funciones y las tareas a llevar a cabo.
Y cuando una persona entra nueva al órgano de gobierno, hay un proceso de incorporación y de conocimiento de la entidad por dentro.
5. La Junta Directiva o el Patronato es plural
Las mejores ONG también planifican y construyen su Patronato o Junta. Incorporan progresivamente perfiles nuevos, que aportan habilidades y conocimientos que la entidad necesita: comunicación, fundraising, económico-financiero, logística, recursos humanos…
Y cuando es posible, en algún momento incorporan a beneficiarios en sus órganos de gobierno.
6. Todos trabajan para conseguir sostenibilidad económica
La captación de recursos no es algo que concierne únicamente a los responsables de fundraising, en lo que los departamentos “pata negra” de la entidad nunca dignan involucrarse.
En las mejores entidades, todos se implican de una u otra manera en la captación de recursos, porque sin ellos la misión no se puede llevar a cabo.
Y desde los miembros del patronato o de la Junta, hasta el último voluntario, pasando por el equipo técnico, todos tienen en mente que captar fondos es una dimensión importante de su trabajo, sea este el que sea.
7. Las fuentes de financiación están diversificadas
Son demasiadas las entidades que dependen de una o pocas administraciones.
La diversificación de las fuentes de financiación es clave para conseguir independencia y poder hacer lo que pide la misión, que no siempre es lo que proponen las subvenciones.
No puedes hacerte a la idea del número de ONG que vemos bailar al son de las subvenciones y convocatorias y de sus modas: van de atender a mayores, a los sin techo; o de las minorías a los refugiados; o de la cooperación al desarrollo a la acción social.
Lo que hay que diversificar son las fuentes de financiación, ¡no los beneficiarios!
Las mejoras asociaciones y fundaciones son las que consiguen, después de proponérselo y trabajarlo, un buen equilibrio entre socios colaboradores, donantes, entidades privadas, empresas y administraciones públicas.
Y tienen un Patronato/Junta que considera la captación de fondos como parte de sus funciones, cuentan con un director que entiende de fundraising y disponen de una base de datos -interna o externa- con la que trabajan sus fuentes de financiación.
8. Los proyectos y los programas están centrados en la misión
Ya lo hemos comentado, muchas entidades se ven obligadas a asumir acciones marcadas por los financiadores.
Las mejores entidades sociales mantienen siempre como norte la misión y la visión.
Y sí, conocemos ONG que han rechazado financiación pública porque las líneas programáticas no respondían a lo que querían hacer.
9. Cuentan con una estrategia de comunicación hacia fuera
Las entidades que más destacan, ¡nunca mejor dicho!, son las que comunican y dialogan con su entorno, con sus grupos de interés y con la sociedad que les rodea.
Y no se trata de tener buenos oradores, se trata de pensar en términos de comunicación, de preparar mensajes, de formar a personas que puedan ejercer de embajadores, de tener una presencia digna y atractiva en Internet y en las redes sociales…
10. Se evalúa el desempeño
Las entidades que mejor funcionan también son las que se evalúan internamente.
Y lo hacen con su personal contratado, y también con voluntarios y con los miembros del patronato o de la Junta.
Para estos últimos, se suele usar una herramienta sencilla de autoevaluación que permite iniciar un diálogo sobre la implicación y participación de cada uno de sus miembros, y que también puede contribuir a una toma de conciencia para aquellos que están con “rendimiento bajo”.
11. Es agradable trabajar
El activo más importante de una entidad sin ánimo de lucro son sus contratados y voluntarios, y conseguir y cultivar ese activo es una de las premisas básicas para el cumplimiento de la misión.
Y eso supone construir un entorno agradable donde trabajar, facilitar las herramientas necesarias, hacer que las personas sientan que su opinión importa…
Y para los contratados, supone asegurarles un sueldo digno con el que puedan vivir y promover una conciliación trabajo/familia lo más flexible posible.
Sé lo que estás pensando… son las dos objeciones más habituales que nos ponen nuestros clientes cuando empezamos a trabajar con ellos:
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“Esto es para las grandes entidades, las que cuentan ya con muchos recursos”.
Pues no, hemos conocido muchas entidades pequeñas con un presupuesto inicial de 200.000 o 300.000 euros anuales, que han sabido cuidar todos estos elementos y que son, hoy por hoy, algunas de las entidades más eficientes que conocemos.
El ser pequeño también puede ser una ventaja: facilita el intercambio, más identidad de grupo, más participación…
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“Nunca llegaré a eso, es imposible”
No te voy a engañar, esto no se consigue de la noche a la mañana. Pero se consigue.
No hay nada que no se pueda lograr en el seno de una entidad si se cuenta con la motivación, las ganas de hacerlo bien y el deseo de que el trabajo bien hecho cambie a mejor la vida de los beneficiarios con los que estamos.
El cambio es un camino, no una meta. Teniendo en cuenta la realidad de tu entidad, empieza por lo más fácil de lograr, o por lo que, siendo más difícil, tendrá mayor impacto.
Y tú, ¿qué piensas? ¿Hay algo que falte o que sobre? ¿Nos hemos dejado algún rasgo que para ti es fundamental?
¡Hablemos!
¿Te ayudamos a conseguir los 11 rasgos de una asociación o fundación excepcional?